martes, 24 de marzo de 2020

Negras impresiones: la infección capitalista


Toques de sirena que limitan los horarios de permanencia en las calles, propaladoras móviles que deambulan por los barrios con sus ¨recomendaciones¨, libertades restringidas más de lo que ya estaban,  prohibición de reuniones y cierre de locales. Detenciones aquí y allá por no cumplir la cuarentena dispuesta por el  gobierno nacional que constituye delito. La vida que llevábamos ha cambiado rotundamente. Por momentos pareciera que estamos atrapadxs en alguna película de Stanley Kubrik, en la guerra de los mundos de Orson Wells o en la premonitoria obra 1984 de George Orwell. Todo sea para contener una pandemia que se esparce como reguero de pólvora. ¡Y no es nada fácil acostumbrarse!
En los medios masivos hay un bombardeo permanente de ¨cobertura¨, un verdadero monotema. Y sin negarle gravedad al asunto es imposible dejar de ver como frente al miedo y la paranoia que nos meten afloran las actitudes mas mezquinas de quienes como nosotrxs nos acompañan en el infortunio. Es sabido de larga data que el miedo nos vuelve conservadorxs, egoístas. Se deja de reconocer la otredad para incorporar la mirada policial en la fila de un supermercado por ejemplo, ya que ahora todxs somos un potencial peligro, e incluso se señala o denuncia a quienes no cumplan la cuarentena. La moralidad hipócrita de algunxs se vuelve insoportable pregonando valores de unidad (nacional) o falsa solidaridad que descubrieron hace quince minutos, animada naturalmente por la propaganda del Estado que se debate pendularmente entre el paternalismo riguroso y la complacencia altruista.
La realidad es distópica y mientras no paramos de hablar del coronavirus se nos escapan infinidad de cosas que han dado señales de que esto no es lo que parece. Básicamente porque a este sistema se le ven los hilos, tanto que ya no podemos creer nada de lo que sucede.
Cuando los mandatarios de los Estados afirman que estamos en guerra no se refieren al combate del virus que hoy se expande por el mundo, la guerra que llevan a cabo es comercial. China es hoy una potencia que amenaza con apropiarse de buena parte de la industria Estadounidense y lo hace mediante estos métodos que no escatiman en saldos de muertos. El capitalismo sigue vigente por más que hasta hace unos días en diferentes regiones los pueblos se levantaban poniendo en práctica verdaderas transformaciones culturales, hoy pausadas por el no casual ¨quédate en casa¨. Y mientras una parte de la población le canta loas al gobierno por la ¨eficiencia¨ desempeñada en estos días hacen silencio ante el brutal ninguneo u ocultamiento que realiza con la prensa sobre diversos temas que siguen aconteciendo, desde femicidios hasta motines en cárceles donde se registran varios muertos. Hay que decir alto y claro que si el sistema es una maquinaria, lxs alcahuetes son sus engranajes, nunca lo olvidemos.
No está demás decir también, hoy  24 de marzo, que siguen los intentos denodados por reconciliarnos con las fuerzas militares y por supuesto que no es casual el refresh institucional del  ejército con la excusa de la lucha contra la pandemia, ya que al parecer los militares de ahora no son lo mismo que los de la dictadura, o al menos eso dijo hace muy poco  el presidente palabras más, palabras menos.
Y a modo de cierre quisiera concluir advirtiendo cuan necesario se hace tener un ojo cada vez mas afilado para entrever los mecanismos que emplean los poderes fácticos y a la que nos someten en esta lucha de clases que no cesa al punto que nos nublan la razón tomándonos siempre desprevenidxs y carentes de proyectualidad revolucionaria.
El virus mundial sigue siendo el capitalismo, detener su avance y transformar la realidad una obligación moral.

Cristian A. Boletín Disidencia

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